17.7.23

Seguimos con el relato de los hitos más importantes referidos a la destrucción del patrimonio artístico sevilla.    

1868: Revolución de septiembre que destronó a Isabel II y que, aparte de algunas capillas –sirva de ejemplo la de los marineros de calle Pureza– y algunos conventos femeninos como el de Santa María de las Dueñas –cistercienses–, el de la Purísima Concepción –franciscanas concepcionistas–, el de la Asunción –mercedarias– y el de Consolación –mínimas– también se llevó por delante, como más significativo, la parroquia de San Miguel –mudéjar– y el Oratorio de San Felipe Neri, templo de los más ricos en patrimonio artístico y espiritual y de los cuales solo nos queda su recuerdo en el nomenclátor de sus respectivas calles. También, las puertas y la mayor parte de las murallas de la ciudad desaparecieron sobre esa fecha, en un proceso que abarca de 1858 a 1873. Antes de 1868 se derribaron las puertas de la Barqueta –fue la primera en caer, San Juan, Real, Arenal, Jerez y de la Carne a las que se sumó el postigo de Carbón. Después de 1868 cayeron las demás puertas, salvándose la de Macarena y el postigo del Aceite junto con el lienzo septentrional de muralla actualmente conservada, que en principio debería haber abarcado hasta la puerta del Sol pues así se acordó con la Comisión de monumentos que vio, indignada, como la piqueta echó abajo más de lo inicialmente previsto.

1931-32: Segunda República española, cuya proclamación fue «celebrada» por grupos de incontrolados quemando la capillita del señor San José y el colegio jesuítico de Villasís, asaltando asimismo la iglesia del Buen Suceso e impidiendo la fuerza pública mayores desmanes –sucesos de mayo de 1931–. En 1932, la ola anticlerical y pirómana volvió a actuar, esta vez quemando San Julián, perdiendo la cofradía de la Hiniesta sus imágenes primitivas. Esta parroquia fue totalmente destruida por un incendio en la madrugada del día ocho de abril. San Julián era –y sigue siendo– una iglesia mudéjar del siglo XIV. La pérdida patrimonial, bien conocida, es similar a lo que sucedió en otros templos y a modo de ejemplo la pormenorizamos.

En el incendio de San Julián se perdieron las siguientes obras artísticas: imagen de la Virgen de la Hiniesta, patrona del Ayuntamiento, del siglo XIV, tal vez una de las imágenes más antiguas de la ciudad; una pintura mural de san Cristóbal del siglo XV, original de Juan Sánchez de Castro; ocho pinturas en tablas de primeros del siglo XVI; los titulares de la Hermandad de la Hiniesta, atribuidos a Martínez Montañés; una dolorosa de Alonso Cano; el retablo mayor, obra del siglo XVII de  Felipe de Ribas; varios retablos de los siglos XVII y XVIII, a lo que habría que sumar pinturas, esculturas, mobiliario, ornamentos y una buena colección de orfebrería sevillana. Sirva esta relación como ejemplo de la perdida que ocurría cada vez que un templo era incendiado.

1936: Inicio de la Guerra Civil, el 18 de julio, con incendios de edificios religiosos siendo un caso muy significativo San Julián, que ardió por segunda vez en pocos años, Santa Ana, San Gil, Omnium Sanctorum, San Juan de la Palma, San Román, San Roque, San Bernardo, San Marcos, Santa Marina, Montesión, Las Salesas, La O, San Bernardo, convento de San José de mercedarias y la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, sumando un total de dieciséis edificios religiosos quemados o saqueados.

                                                                                                                

Como resumen, podemos decir que unos 19 establecimientos religiosos fueron destruidos total o parcialmente en Sevilla capital entre los años 1931 a 1936. Sufrieron incendios o saqueos tanto templos parroquiales como iglesias, sedes de hermandades y cofradías, archivos y conventos. Suman 596 objetos de arte religioso los que han sido catalogados como perdidos y casi un centenar más han quedado sin identificar por carecer de documentación.
                                                                                                                

Cada una de las anteriores fatídicas fechas dejó su huella en la destrucción y derribo de iglesias y conventos, que antes solo hemos bosquejado, perdiéndose un patrimonio por desgracia ya irrecuperable. Pero no solo estos sucesos revolucionarios han contribuido a la desaparición de parte de nuestro rico patrimonio, como veremos en un siguiente artículo.

            

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