19.10.07

EL MONASTERIO DE SAN JERÓNIMO DE BUENAVISTA (SEVILLA)


El monasterio, del cual se conserva parte del claustro principal y una torre integrado el conjunto en un centro cívico municipal, tuvo su fundación en el año 1414 sobre un terreno donado a la Orden Jerónima por el jurado de la ciudad de Sevilla don Juan Esteban, gran devoto de san Jerónimo. Este se unió a dos monjes jerónimos procedentes del monasterio de Guadalupe llamados fray Juan de Medina y fray Diego Martínez de Sevilla que era a su vez hijo de Nicolás Martínez de Medina, caballero veinticuatro de Sevilla y tesorero del rey Juan II y que es convencido por su padre para fundar en Sevilla un monasterio de la Orden Jerónima siendo nombrado fray Diego superior hasta su muerte en 1446. El motivo de la visita a Sevilla de los dos monjes jerónimos era en principio para prestar una asesoría legal al padre de fray Diego pero quiso la Providencia que su estancia en la ciudad se prolongase con la erección del monasterio.

El monasterio dependió del de Guadalupe hasta el año 1426 y pronto fue uno de los más importantes de Sevilla tanto por la altura intelectual y moral de sus monjes como por la riqueza de su patrimonio[1]. La monarquía le presto una especial atención, siendo visitado repetidamente por los Reyes Católicos, por Carlos V y por Felipe II de forma que podría afirmarse que fue escogido por los reyes como residencia en sus visitas a la ciudad. Habría que decir que la Orden Jerónima fue sin duda la predilecta de los reyes y de la nobleza castellana y que en su Regla admitía el ingreso de laicos siempre que fueran de la nobleza. La casa de Trastámara y los Austrias posteriormente se vuelcan con la Orden, que se convierte en riquísima, traicionando así su carisma primitivo de pobreza y soledad dando origen a una escisión que protagoniza fray Lope de Olmedo, que crea una Regla nueva inspirada en los escritos de san Jerónimo. En Sevilla esta escisión se llamara “los isidros” por tener a su cargo el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce. Felipe II extinguió esta rama jerónima en 1557 incorporando sus monasterios a la única Orden Jerónima. Carlos V se entierra en Yuste y el hecho de que Felipe II les encomendase el monasterio del Escorial es ya buena prueba de ello de la confianza real sobre esta Orden.

El monasterio sevillano de Buenavista obtuvo de Felipe II, que lo visitó en 1570, el privilegio de imprimir las Bulas de la Santa Cruzada para las Indias allá por el año 1575 instalando los frailes para tal fin un imprenta en el interior del Monasterio[2]. Hasta esa fecha sólo el Escorial tenía ese privilegio. “De modo que ante el escribano público Mateo de Almonacid se firmó el acuerdo, el 21 de septiembre de 1574, pagando los escurialenses a los sevillanos por el solar y el trabajo un maravedí por cada Bula de vivos y una blanca por cada una de difuntos que se imprimieran”[3].

En San Jerónimo de Buenavista Felipe II, oyó misa, comió y asistió al rezo de Vísperas el primer día de la visita que realizó a la ciudad a fines de abril y primeros días de mayo de 1570.
El monasterio vivió su época de esplendor durante los siglos XVI y XVII comenzando
después una lenta decadencia. Los priores de Buenavista fueron con frecuencia llamados a ser Patronos y albaceas testamentarios de instituciones y personajes importantes de la ciudad. Así los vemos como patronos del Hospital de las Cinco Llagas, del convento del Socorro, del Colegio de Maese Rodrigo, convento de Santa Paula y un largo etcétera que nos dan idea de su influencia en la vida de la ciudad.
La invasión francesa en 1810 fue el comienzo del fin para el monasterio, que fue definitivamente desamortizado en 1835 dispersándose su patrimonio, yendo a parar algunas obras al Museo de Bellas Artes, otras a Santa Paula y otras a parroquias sevillanas. El edificio tuvo desde entonces diversos usos (lazareto, fábricas de hilaturas, cebadero de cerdos) hasta que el Ayuntamiento de Sevilla lo compra en 1984 para reutilizarlo como centro cívico[4].

En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se halla, como depósito de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, la magnífica escultura en barro cocido de San Jerónimo, procedente del este monasterio. Esta escultura es obra del escultor florentino Pietro Torrigiano nacido en 1472 y muerto en Sevilla, en el castillo de la Inquisición, en el año 1528. El autor ingresó de pequeño en la Academia creada por el mecenas Lorenzo de Medicis, coincidiendo allí con Miguel Angel a quien dejó chato de un puñetazo que le propinó según nos ha transmitido Vasari. Huyó de Florencia para escapar de la cólera del Medicis (que era gran protector de Miguel Ángel) y trabajó para el papa Alejandro VI viajando a Inglaterra donde recibe encargos para la Corte. En 1520 aparece en Granada y dos años después se afinca en Sevilla hasta su trágica muerte en el castillo de la Inquisición en el que se dejó morir de hambre y adonde había ido a parar por un pleito con el Duque de Arcos al no querer éste pagarle por una escultura de la Virgen lo que previamente habían acordado lo cual hizo que el maestro, enfurecido, rompiese la escultura. En nuestra ciudad trabaja para los jerónimos para los que modela el san Jerónimo y la Virgen de Belén.

Del San Jerónimo se puede decir que todos los elogios que se le han dedicado desde su creación son pocos. Es una obra genial, en tamaño natural y llena de realismo que destaca por su perfecto conocimiento de la anatomía y su perfecto acabado ya que puede contemplarse desde cualquier punto de vista. Nos presenta a un hombre ya anciano pero sin un átomo de grasa, atlético, con una gran ascetismo en su rostro y una mirada que dirige ensimismado a un basto crucifijo de palo. Está modelado en barro cocido y policromado pudiéndose fechar en torno a 1525 y tuvo su capilla propia en el lado del Evangelio de la iglesia conventual.


[1] La escultura del famoso san Jerónimo y la Virgen de Belén, ambas del italiano Torrigiano así como la serie de cuadros de santos de la orden jerónima y de la vida de san Jerónimo de Valdés Leal que proceden de este monasterio se pueden hoy contemplar en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. También trabajo para ese monasterio Duque Cornejo y Juan de Espinal que pintó veintiséis cuadros sobre la vida de san Jerónimo y que decoraban el claustro principal.
[2] La Bula de la Santa Cruzada era un documento mediante el cual se concedían indulgencias y privilegios a los españoles que las adquirían mediante el pago de una limosna. Tuvo su origen en la Reconquista, que en España tenía carácter de Cruzada como una fuente de ingresos para la monarquía ya que sus ingresos, salvo un cuarta parte, eran cedidos por la Iglesia a los reyes para costear la lucha contra los infieles.
[3] CASCALES RAMOS, Antonio: La Sevilla americana. Ediciones Alfar. Sevilla, 1990. Pag 131
[4] Para un estudio detallado del monasterio es imprescindible la obra escrita por el arquitecto encargado de su restauración don José García-Tapial y León titulada “El monasterio de San Jerónimo de Buenavista” publicado por la Diputación en su colección de Arte Hispalense nº 58 y del cual tomamos parte de los datos.

Jesús Luengo Mena