25.7.09

LA CAPILLA DE SAN ONOFRE I

Vamos en un par de artículos dar a conocer la historia y patrimonio de la sevillana capilla de san Onofre.
La Capilla de San Onofre, antigua­mente llamada de las Ánimas, es el único resto que queda, junto con el ar­quillo del Ayunta­miento, del que antaño fue uno de los monasterios más impor­tantes de la ciudad, la llamada Casa grande del Con­vento de San Francisco, de la OFM (orden de frailes menores). Este convento ocupó lo que hoy es Plaza Nueva y aledaños y su fundación se remonta a 1249, bajo el reinado de don Alfonso X «El Sa­bio». El solar que ocu­pó la Casa Grande del Convento de San Francisco se extendía ocupando parte del solar que hoy ocupa el Ayunta­miento, prolon­gándose por la ac­tual plaza Nueva y la mayor parte de las manzanas de las casas que la enmarcan, incluyendo las manzanas comprendidas desde la Plaza Nue­va a la calle Albareda y ocupando la superficie total de la manzana donde hoy está el Hotel Inglaterra, –antes Colegio de San Buenaventura­­–, además de las manzanas com­prendidas entre las calles Joaquín Guichot y la prolongación de la calle Zaragoza.
El convento fue demolido en 1863, tras haber sufrido numerosos avatares (incendios, desamortizaciones, etc).
Uno de los pilares sobre los que se fundamentó la gran importancia del convento de San Francisco a lo largo de los siglos lo encontramos en la enseñanza, ocu­pando un destacado lugar las Cáte­dras en Teología, Escolástica, Mate­máticas, Geometría y Filosofía, que a lo largo de los siglos hicieron de aquel gran edificio el centro teológi­co e intelectual de la ciudad. Pero lo que más popularizó aquel gran cenobio fueron las más de cuarenta cofradías, hermandades y asociaciones piadosas que alberga­ba en sus diferentes templos, des­tacando entre las gremiales, la de los Sastres, de San Eligio, de los Plate­ros, Nuestra Señora de la Antigua y la de los Sederos. Entre las asocia­ciones piadosas, se encontraban, la hermandad de la Vera Cruz, de la Luz, de la Sangre, la Esclavitud de Belén, la del Pecado Mortal y la Cruz de las Animas.
La actual capilla de San Onofre era la sede canónica de una Hermandad de Ánimas, dedicada a rezar por las almas del Purgatorio, compartiéndola con otra hermandad, ésta de gloria, dedicada a la Virgen de Consolación. Ambas hermandades están actualmente extinguidas.
La capilla debió ser más amplia que la actual, ya que ha perdido los terrenos de lo que se llamó Hospital de Ánimas. Además, la capilla poseía coro alto a los pies y los hermanos poseían Sala Capitular y claustro propio.
En la actualidad la capilla pasa casi desapercibida en la acera de Plaza Nueva, ya que ha quedado integrada en los edificios que la rodean. Su dedicación actual como sede de la Adoración perpetua eucarística le ha dado un uso diario que la ha hecho ser mejor conocida.
La capilla de San Onofre posee una sola nave que se cubre con bóveda de cañón que sostienen arcos fajones y lunetos.
De los retablos que encontramos en su interior destaca el retablo mayor, obra barroca de Bernardo Simón de Pine­da de 1686. Lo preside una talla de la Inmaculada, obra anónima del siglo XVIII, flanqueada por imágenes de San Hermenegildo y San Fernando, del taller de Roldán. El camarín está flanqueado por columnas salomónicas y decorado con grandes pámpanos y motivos vegetales de gran tamaño combinados con cabezas de ange­lotes. Bajo el pedestal de la estatua que representa a San Fernando aparece la ima­gen en bajorrelieve en madera poli­cromada de San Lorenzo y bajo el pe­destal de la imagen de San Herme­negildo puede verse la imagen de San Antonio, tallada de bajorrelieve.
Remata el altar otro relie­ve en madera policromada que re­presenta la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo, coronado el retablo un relieve de medio cuerpo del Padre Eterno, que con su mano izquierda sostiene el mundo y con su mano derecha imparte su bendición. El altar aparece enmarca­do por motivos florales y cuatro an­gelotes. La azulejería del altar, re­presenta la escena de las Animas Benditas del Purgatorio