29.12.07

LA REAL PARROQUIA DE SANTA ANA EN TRIANA




Santa Ana es uno de los primeros templos construidos tras la Reconquista, en la segunda mitad del siglo XIII. Fue mandado construir por Alfonso X el Sabio para atender las peticiones de los vecinos del creciente arrabal de Triana que no disponían de parroquia para los oficios religiosos, ya que la capilla del castillo de San Jorge que había funcionado como primitiva parroquia se había quedado muy pequeña para la población de la zona. El nombre en honor de la madre de la Virgen se debe a que el rey, enfermo de los ojos, sanó de ellos tras encomendarse a Santa Ana y en agradecimiento le puso ese nombre.

La construcción comenzó muy probablemente entre los años 1276­-1280 y se acabó a principios del siglo XIV. No se conoce al arquitecto y su estilo es gótico con escasos vestigios mudéjares. Al igual que la otra iglesia parroquial construida por Alfonso X el Sabio (nos referimos s San Gil) tiene esta parroquia al exterior un cierto aire de fortaleza, propio de una época en la que la frontera con los moros aún estaba próxima.

El templo fue reedificado por Pedro I en la segunda mitad del siglo XIV y ampliado en los siglos XV y XVI. Concretamente en el siglo XV se añadió la actual capilla de los Confesionarios, (antes de Justa y Rufina) añadiéndose fuera de planta en el siglo XVI la capilla sacramental y ya dentro de las naves laterales, ocupando parte de ellas en los pies las capillas de san Francisco y l de Ánimas.

Con en terremoto de 1755 sufrió un gran deterioro. Durante los quince años siguientes se reconstruyó y consolidó, siendo las obras dirigidas por Pedro de Silva, que aprovechó para redecorarla en barroco, encubriendo su estilo gótico. En 1970, el arquitecto Rafael Manzano devolvió a la iglesia su aspecto primitivo, tras otra remodelación que eliminó los elementos barrocos.

El edificio consta de tres naves, la central algo más elevada, con cinco tramos cada nave. En la cabecera de las distintas naves se abren capillas absidiales de planta octogonal. Las naves se cubren con bóvedas de crucería atravesadas por un gran nervio espinazo construido en piedra, propio de la catedral de Burgos, lo que nos induce a pensar que hubo algún maestro burgalés trabajando en la iglesia. Asimismo encontramos elementos constructivos propios de los almohades, por lo que también intervendría algún alarife moro en su construcción. Los elementos sustentantes de las bóvedas son pilares de ladrillo sobre los que voltean los arcos ojivales apuntados.
Mirando la portada del Evangelio observamos elementos propios del románico y gótico: arquivoltas apuntadas, características del estilo gótico, pero rodeadas de un doselete propio del románico y en las jambas capiteles decoración vegetal. Por ello da la impresión de una portada de transición entre los dos estilos. Por encima, hasta la cornisa, se decora al gusto barroco. Las otras dos portadas serían medievales pero fueron remodeladas en el siglo XVIII.

La torre ha tenido varias reconstrucciones. La caña es de la primera mitad del siglo XIV con restos de mudejarismo (ladrillo, arcos polilobulados, de herradura ciegos). Los dos cuerpos superiores son de la segunda mitad del siglo XVI, dos vanos en cada frente, decorados con pilastras toscanas de cantería con revestimiento cerámico de color azul. El chapitel que la cubre es del primer tercio del siglo XVII revestido de cerámica, siendo el cuerpo de campanas del siglo XVIII, obra de Pedro de Silva. Se restauró en 1972.

El retablo mayor, obra maestra del renacimiento pictórico sevillano, es de la primera mitad del siglo XVI y la parte de arquitectura se contrató con Nufro Ortega y Nicolás Jurate, encargándose la pintura de las quince tablas al maestro flamenco Pedro de Campaña siendo su estilo el plateresco y uno de los mejores retablos renacentistas de la ciudad Se estructura en banco, tres pisos y ático, con cinco calles y dos más laterales que albergan esculturas de santos y apóstoles. Presenta un nicho central restaurado en el siglo XVIII donde se colocan esculturas de la "Seña" Santa Ana, la Virgen y el Niño desplazando de ese lugar una tabla de Campaña que representaba la Epifanía. Las esculturas son del siglo XIII aunque con muchos retoques, excepto el Niño que es moderno.
La temática general del retablo es la vida de la Virgen, San Joaquín, Santa Ana y temas referidos a la parentela de Jesús. Así aparecen en el ático las hermanas de la Virgen (María Salomé y María Cleofás con sus hijos, primos de Jesús). Sobre la hornacina central se encuentra una tabla pintada con San Jorge, como recuerdo de donde estuvo la primitiva parroquia trianera, en la capilla del castillo de San Jorge después llamado de la Inquisición y repartidos por el retablo podemos ver escenas de la vida de san Joaquín, nacimiento de la la Virgen, de san Juan, de Jesús y otras más de temas similares.

De las dos capillas laterales que ocupan la cabecera la del lado del Evangelio esta dedicada a la Virgen bajo la advocación de Madre de Dios del Rosario (1816), patrona de capataces y costaleros. Esta capilla fue antes la capilla Sacramental y, se cubre con bóveda de crucería presentando al frente un retablo barroco de hacia 1690. La otra capilla, llamada del Calvario, aparece decorada con pinturas murales de Domingo Martínez (1740) y contiene la primitiva pila bautismal de la parroquia que data de 1499. Remata el frente un Crucificado de principios del siglo XVII.

El Coro, situado a los pies de la nave central, está cerrado por una reja de la segunda mitad del siglo XVIII forjada en artesanía trianera. La sillería es del siglo XVII de Miguel Cano. En el trascoro se sitúa un retablo de estípites de la segunda mitad del siglo XVIII en el que figura la Virgen de la Rosa, del siglo XVI del pintor Alejo Fernández. El órgano es de 1814 construido por Valentín Verdalonga.
Iniciando un recorrido por la nave del Evangelio tenemos en primer lugar la capilla sacramental, que se construyó a mediados del S. XVI en el lugar en que existía una capilla dedicada a San Juan y de la cual se conservan unas interesantes yeserías en el arco de entrada. La capilla guarda una Inmaculada del siglo XVII que se relaciona con el círculo de la Roldana. Pasando la puerta del Evangelio nos encontramos con la actual capilla de los Confesionarios (antes dedicada a Santa Justa y Rufina). Aquí apareció el Cristo atado a la columna de Pedro Millán que está en depósito en el Museo Provincial de Bellas Artes. Situado junto a esta capilla se halla la que fue del bautismo, obra del S. XVII. A los pies de esta nave se halla la capilla dedicada a san Francisco, del siglo XII. Contiene un buen retablo de pinturas de estilo plateresco debido a Pedro de Campaña o a Villegas Marmolejo según otros autores. Las yeserías barrocas que lo decoran son obra de Martín de Toledo, el mismo autor que realiza las de la capilla de Ánimas y del Coro.
Volviendo a la cabecera de la iglesia hallamos la ya citada capilla del Calvario y siguiendo por la nave veremos un retablo dedicado a san Joaquín. El siguiente estaba dedicado a santa Bárbara, patrona de los artilleros y que hoy se venera en San Bernardo alojando en la actualidad la imagen de la Virgen de la Victoria, procedente del desaparecido convento de la Victoria de frailes mínimos. La última capilla de la nave de la Epístola está dedicada a la Divina Pastora, escultura de Astorga y que tiene hermandad propia. Sólo queda por comentar la capilla situada a los pies de la nave, llamada de Ánimas y que hoy día guarda una imagen de la Virgen del Carmen. El zócalo de azulejos es muy interesante, fechándose en el año 1576.
Como pieza curiosda posee la iglesia la laude sepulcral de Íñigo López, obra de Niculoso Pisano fechada en 1503 que la gente trianera ha bautizado como “el negro” y sobre la cual existía la tradición de que si las niñas casaderas le daban una patada en la cara encontrarían pronto marido.
Finalizamos recordando que esta Real parroquia de la “Seña Santa Ana” como los trianeros la llaman ha sido visitada por los reyes Sancho IV, Alfonso XI e Isabel II, y nuestros actuales monarcas, además de por santa Teresa de Jesús.


Bibliografía:

MARTÍNEZ VALERO, María de los Ángeles, La iglesia de Santa Ana de Sevilla, Diputación de Sevilla, Colección Arte hispalense nº 56, Sevilla, 1991.

24.12.07

LA PRESENCIA DE HÉRCULES EN EL AYUNTAMIENTO DE SEVILLA




La presencia de Hércules, mítico fundador de la ciudad, es muy evidente en el Ayuntamiento. La más llamativa es el Hércules del arquillo, que se coloca en la hornacina en la cual se encuentra actualmente a fines del S. XIX, en el momento de la remodelación decimonónica de las Casas Consistoriales. En realidad toda la fachada renacentista del Ayuntamiento presenta una eclosión de personajes mitológicos. En la fachada aparecen Jasón y Medes, Marte y Minerva (que podría ser una Venus Armata) y otros personajes de difícil identificación.

El Hércules del arquillo del Ayuntamiento sevillano es obra del escultor Vicente Hernández que nos lo presenta con la clava depuesta y la piel del león de Nemea, esta vez cubriéndole sus partes más masculinas. También aquí aparece formando pareja con Julio Cesar, como en la Alameda. El simbolismo y el mensaje es similar a los de la Alameda. Tanto el Hércules de la Alameda como el del arquíllo adoptan el modelo de Hércules en reposo, fijado por Lisipo en el "Farnesio".

Pero la presencia de Hércules en nuestro Ayuntamiento no se agota en la estatua del arquillo. Una cabeza del héroe aparece en la fachada de la Plaza de San Francisco, sobre el remate de la ventana pequeña del lado izquierdo en la cual se ha representado a Hércules con su habitual casco formado por el cráneo del león. Este busto es claramente deudor del busto del emperador Comodo (Palazzo dei Conservatori, Roma) en el cual aparece el emperador con los atributos de Hércules, clava, cabeza de león como casco y barba muy rizada.

Además aparecían Carlos V y Julio Cesar (la decoración de rostros que hay en las fachadas fue modificada un tanto caprichosamente en el S. XIX). En palabras del profesor Morales "la fachada oriental del Ayuntamiento se ha considerado como un espejo de la historia por el que se hace remontar el origen de la ciudad a la figura de Hércules, se señala la fundación del Ayuntamiento por Julio cesar y se indica la restauración de la urbe por el Emperador, nuevo Hércules"[1].


Sobre la otra ventana pequeña, haciendo pareja a Hércules aparece su esposa Hebe, la hija de Hera entregada por esposa al héroe en premio a su actuación en los célebres trabajos[2].
Tan satisfecha está Sevilla de su fundador que hace que los niños y angelotes situados en los remates de las ventanas y puertas porten su símbolo más característico: la clava. Asimismo vuelve a aparecer en el interior del edificio, en un medallón del friso de la Sala Capitular baja.

Como se ve, todo un festival hercúleo en un edificio emblemático para la ciudad como el que más. La puerta de la fachada sur presenta también, en la parte superior, las columnas con el Plus Ultra y dos personajes asimilados a Hércules con clava de pinchos empujándolas, columnas que adopta el escudo imperial de Carlos V y que vuelven a aparecer en la zona del arquillo.


[1] Morales, Alfredo: El Ayuntamiento de Sevilla. Arquitectura y simbología. Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, Sevilla 1881
[2] Hebe era hija de Zeus y Hera y hermana de Ares. Como personificación de la juventud es símbolo de juvenil lozanía y servía a los dioses en el Olimpo el néctar en copas de oro por lo que se le representa con una jarra de vino en una mano y una flor en la otra. Hércules la recibió como esposa cuando alcanzó la inmortalidad y el reposo en el Olimpo y tuvo con ella dos hijos: Aleixiares y Aniceto.

23.12.07

LA CASA DE LAS COLUMNAS


Poco después de la conquista de Sevilla por el rey Fernando III en 1248 se funda una congregación de navegantes. Las primeras reuniones se celebraban en las calles de La Rabeta y Arenal, detrás de la actual Plaza de la Magdalena razón por la cual la primera capilla la tuvieron en la collación de la Magdalena que más tarde pasaría a una capellanía de Santa Ana con lo cual comienza su vinculación con el barrio de Triana. Posteriormente esta congregación pasó a constituir una agrupación de mareantes, personas relacionadas con las naos (naves), maestros, pilotos y demás que hacían la carrera de Indias y realizaban sus actividades en la orilla del río.
Al lado de la iglesia de Santa Ana se construyó este edificio que cumplirá diferentes funciones: servirá de hospital ya que atendía a los marineros enfermos; de asilo por cuanto cuidaba de ancianos navegantes; educativo, ya que su actividad más regular y permanente fue preparar a aquellos jóvenes que querían formarse en el conocimiento de las artes de navegación. Actividades todas que eran desarrolladas por esta cofradía. De todas las funciones que tenía fue ganando fuerza la formación de nuevos navegantes por lo que se la denominó “Universidad de Mareantes”.
Durante cerca de dos siglos la Universidad de Mareantes fue una de las edificaciones más importantes de Triana y la institución que más prestigio le dio al barrio. Gracias a ella muchos pilotos formados en esta institución pudieron realizar el viaje al nuevo continente.
A lo largo de su dilatada historia se realizaron numerosos arreglos y reparaciones, hasta que a fines del siglo XVII, debido a la presión de muchas personas que querían que esta institución permaneciera en Triana, así como por la necesidad de una ampliación que acogiera nuevas funciones y actividades, se pasaría al actual palacio de San Telmo, sede actualmente de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Todavía en 1707 existía el hospital y los restos de la antigua cofradía de mareantes, quienes al final se vieron obligados a arrendar su vieja Universidad a distintas congregaciones religiosas y retirarse a unas casas de su propiedad en la calle Luis de Cuadra. En el año 1780 se vende este edificio al presbítero Fernando Narbona quien reformó la casa y colocó en el jardín una cruz de madera en el lugar que ocupó el sagrario. Durante mucho tiempo se mantuvo un altar que miraba al río donde los días de precepto, marinero y galeotes, cumplían con el precepto de la misa sin saltar a tierra,
Recibe el nombre de Casa de las Columnas por el gran número de ellas, que sustentan al edificio así como por las que configuran su entrada por la calle Pureza. En el siglo XIX el edificio pasó por diferentes dueños convirtiéndose en casa de vecinos, hasta que el cubano Rafael González Abreu lo adquiere junto a otras casas de la calle Betis. Durante la República fue un lugar importante de actividad socio política. Después de su restauración su uso es el de Centro Cívico de Triana manteniendo algunos patios y columnas de su antigua obra de fábrica.



9.12.07

LA CAPILLITA DEL CARMEN DEL PUENTE DE TRIANA









Los avatares de la imagen del la Virgen del Carmen del puente están ligados a la construcción del propio puente. Antes, cuando sólo existía el puente de barcas, parece ser que había un retablo dedicado a la Virgen. Cuando se decide construir el nuevo puente de Isabel II en el año 1843 surge la necesidad de buscar un nuevo emplazamiento para albergar esta imagen de tanta tradición en el barrio. Pocos años después, en 1852 se efectúa el solemne traslado de la Virgen del Carmen a una capilla nueva. Posteriormente, el hecho de construir el ensanche de la rampa que daba acceso al puente para que pasasen los tranvías hizo que plantearse la necesidad de un nuevo derribo y desplazamiento procediéndose al derribo de la capilla.

La presión del vecindario de Triana termina con el compromiso construir una nueva capilla a la entrada del puente. Así, el arquitecto Aníbal González entrega al alcalde de la ciudad el veintidós de diciembre de 1924 el proyecto de la capilla con sacristía y campanil.

El edificio actual data de 1928, fecha en la que Aníbal González la construyó para alojar un cuadro de la Virgen del Carmen del siglo XVIII de un valor más devocional que artístico y ante la cual numerosas personas siguen santiguándose cuando pasan por delante de ella. El lienzo parece ser que perteneció a un retablo colocado en la cabecera del antiguo puente de barcas trianero y de allí se llevó a Santa Ana. El cuadro nos presenta a la Virgen, sedente, con el Niño sentado en su muslo izquierdo. Ambas figuras portan semicoronas de plata y la Virgen lleva el escapulario de su advocación en la mano derecha, luciendo como vestido hábito carmelita. Para darle culto de manera sistemática se fundó una hermandad en el año 1928. El pintor Antonio Rodríguez Hernández restauró el cuadro, que se hallaba muy ennegrecido.
Se realizó esta airosa capilla con donaciones particulares de los trianeros más ilustres, tales como Manuel Vázquez Montalbán que donó el zócalo interior de la capilla, el revestimiento de azulejos de la cúpula grande los dueños de Mensaque, Rodríguez y Cía. y los ladrillos por Francisco Guinter, entre otros. El verdadero promotor de la obra fue Manuel Carnedo, que aportó 29.000 pesetas de su bolsillo, de las 33.454 pesetas que costó la obra.
El día veintisiete de julio de 1928 se realizó el nuevo traslado del cuadro de la Virgen y un estandarte de la Hermandad desde la parroquia de Santa Ana que además es uno de los lugares de Triana que estrena un nuevo tipo de iluminación que todavía no estaba generalizado: la eléctrica.



El edificio que ahora contemplamos se articula en torno tres espacios fundamentales: la capilla, una estrecha sacristía y la torre.
La capilla tiene planta circular y está coronada por una cúpula recubierta de azulejos policromados. La puerta central es adintelada y se encuentra rematada por una reja de hierro que deja ver el cuadro de la Virgen del Carmen colocada en un brillante retablo cerámica en barro cocido policromado al estilo de los azulejos de "della Robia". Numerosas molduras entre las que destacan dos pilastras corintias en ladrillo limpio enmarcan la puerta de la capilla. Se remata el conjunto con un airoso capulín sobre arcos peraltados con columnas igualmente decoradas en cerámica y en el que se aloja un bello grupo de material cerámico de las Santas Justa y Rufina patronas de la ciudad de Sevilla con la Giralda en el centro
La delicada torre o campanile es una construcción de planta octogonal con labores geométricas en ladrillo limpio en su parte superior. Se trata de una torre que se aproxima a los ejemplos aragoneses en ladrillo encontrándose una gran similitud con las torres octogonales del mudéjar aragonés como la de San Andrés de Calatayud. La torre está rematada por una artística veleta con la silueta de un sereno con su chuzo y farol en recuerdo de un suceso según la cual el sereno Marchena, avisando una noche a los transeúntes del peligro de un toro suelto, recibió una embestida de éste que por poco le cuesta su propia vida y en recuerdo del suceso narrado se le honró de esta manera.
La Capilla del Carmen, de alguna forma, es por un lado, una perenne exposición de la actividad alfarera del barrio y por otro un símbolo del entorno Puente de Triana-Altozano que los trianeros denominan de forma castiza y popular "el mechero".

1.12.07

EL EXCONVENTO DE LOS REMEDIOS


En el lugar en el que ahora se encuentra este edificio existió una pequeña ermita levantada en el año 1526 por el canónigo Martín Gasca, en honor de la Virgen de los Remedios a la que los marineros saludaban desde el río y a la cual se encomendaban los navegantes antes de partir hacia América.

Esta zona fue una de las partes de más actividad del puerto de Sevilla, conocida con el nombre de Puerto de las Mulas. Como hecho más importante relacionado con este edificio debemos recordar que desde este lugar partieron los navegantes Hernando Magallanes y Juan Sebastián Elcano para dar la primera vuelta al mundo. La lápida que vemos en la fachada norte del actual edificio nos recuerda como el diez de agosto de 1519 parten de la orilla de este convento cinco naves que iban a dar la primera vuelta al mundo. El regreso de esta expedición tendría lugar el ocho de septiembre de 1522 con una única nave: la Santa María de la Victoria.

Después de pasar varios ermitaños por ella, el arzobispo de Sevilla Cristobal de Rojas adquiere los terrenos donde se asentaba la pequeña ermita y los cede a la congregación de los Carmelitas Descalzos en 1573, que emprenden la construcción de un primitivo convento cuyas obras comienzan en el año 1574. El lugar elegido para su emplazamiento no era el más adecuado ya que las continuas inundaciones, provocaron siempre grandes desperfectos en sus primitivas instalaciones. En el año 1632 se comienza a edificar el convento, que fue consagrado por el arzobispo Jaime de Palafox en 1 700.

Este convento de los Remedios era pequeño. Constaba de iglesia, patio con arquerías, refectorio, dormitorios y una gran huerta, que ocupaba la mayor parte de lo que ahora es la calle Asunción. Hacia el año 1780 se le añaden a la iglesia dos naves colaterales, obra de José Echamoros.

Saqueado por los franceses en 1810 fue abierto de nuevo al culto en el año 1811 y ocupado nuevamente por los carmelitas. En 1836, con las medidas de la desamortización de Mendizabal, los frailes son exclaustrados de forma definitiva, y en torno a 1840 se derriban la mayor parte de las dependencias del convento a excepción de la Iglesia y elementos aislados, poco relevantes. En el año 1928 se coloca una hornacina en la portada de la iglesia con el busto de fray Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapas y protector de los indios, que fue realizada por el escultor sevillano Illanes.
El edificio fue catalogado como de protección oficial el nueve de febrero de 1931. Adquirido por el magnate cubano Rafael González Abreu fue convertido en sede del Instituto Hispano Cubano de Historia de América

El edificio se encuentra en una zona de edificación densa y abigarrada del barrio de los Remedios, encajado entre edificios de excesiva altura y volumen, con lo que se pierde perspectiva, por sus formas geométricas, muy simples, evocan los rasgos característicos de la arquitectura hispanoamericana.

En la actualidad los restos del exconvento quedan delimitados por el este por un muro que da al río y a las instalaciones del Real Círculo de Labradores y por el oeste, con una franja de viviendas y varios árboles frutales. Tiene planta de cruz latina, con tres naves, la central mucho más elevada y rematada con una cubierta de bóveda de medio cañón. Las arquerías van sobre pilares y el crucero está rematado por una cúpula semiesférica sostenida por cuatro pechinas decoradas con elementos ornamentales de escayola. En la actualidad la altura de la nave central se ha reducido con un entarimado forjado sobre madera que afecta por entero al espacio interior del edificio.
Presenta una fachada rectangular, rematada en la puerta central por un tímpano triangular como cierre de la nave central. El pórtico es casi una réplica de la misma fachada, con puerta rectangular enmarcada por dos pilastras adosadas y campanile central con pequeños pináculos. Dos puertas laterales de menor altura y parecida disposición rectangular/triangular, así como cuatro ventanales proporcionalmente distribuidos, constituyen los principales elementos de una fachada movida y con claras connotaciones hispanoamericanas.
El edificio se remodela y adquiere su actual configuración, cuando, el año anterior a la Exposición Iberoamericana de 29, Juan Talavera lo transforma para sede de la fundación privada del Instituto Hispano Cubano que ha instalado en la parte superior del entarimado una biblioteca y una sala de lectura Actualmente se guarda un importante fondo de documentos americanos del siglo XIX utilizado por numerosos estudiosos e investigadores. En la parte baja, ya que se levantó como dijimos una planta inexistente, se ubica el Museo de Carruajes.
Este convento fue siempre un elemento significativo esencial en el paisaje urbano por su importante volumen arquitectónico en la orilla de Triana.