14.4.08

ALGUNOS APUNTES SOBRE LA EVOLUCIÓN URBANA DE LA CIUDAD DE SEVILLA

LA CIUDAD PRE-ROMANA.

Abarcaría un cerro, en las cotas más altas de Sevilla, enmarcado por las calles CUESTA DEL ROSARIO, AUGUSTO PLASENCIA, ALMIRANTE HOYOS, VIRGENES, SAN JOSE, FABIOLA, MATEOS GAGO, PLACENTINES Y FRANCOS. Estaría rodeado, a modo de islote, por el Tagarete y por el brazo (hoy desaparecido) de Guadalquivir que corría desde la Barqueta por Alameda en dirección Sierpes, Avenida y doblaba a desembocar en el cauce principal por la actual calle de García de Vinuesa.

LA CIUDAD ROMANA.

Su perímetro estaba marcado por una muralla antecesora de la árabe que hoy se sitúa:
a) su lado oriental, en las Puertas de la Carne y de Carmona, donde tuerce hacia el N., calle Vidrio, Plaza de las Merce­darias, S. Nicolás, Federico Rubio, Fabiola y Mateos Gago.
b) su lado norte, por el Muro de los Navarros, calle Azafrán, Sta. Catali­na, Plazuela de la Paja, Gerona, San Juan de la Palma, S. Martín.
c) su lado occidental, partiendo de S. Mar­tín, calles Cervan­tes, Amor de Dios, Daoiz, Plaza de S. Andrés, Orfila, Plaza de Villa­sís, calle Cuna plaza del Salvador y, desde aquí, por sitio impreciso hasta la Cate­dral y Mateos Gago.
Las calles Aguilas y Alhóndiga formaban la vía decumana y el cardo máximo romanos, y en la Alfalfa estuvo el foro cívico; el foro portuario, en los aledaños de la Catedral.

LA CIUDAD MUSULMANA.

Durante el siglo VIII, los musulmanes adaptarían la ciudad romana a sus necesidades sin cambio profundo. La invasión de los normandos en el 844, en tiempos de Abderramán II, provocó como reacción una gran transformación. Sevilla se encerró en sí misma para mejor defenderse. Se llenaron espacios vacíos y se pusieron muros a otros abiertos, extendiéndose la ciudad hasta el río. Se construyeron las primeras atarazanas, adquiriendo mayor importan­cia su puerto.
A partir de esta fecha, Isbiliya es una ciudad amurallada por lo que puede hablarse de la madina. Abderramán construyó su primera mezquita y surgieron el zoco, la alcaicería y la alhóndiga. Pero las nuevas murallas fueron utilizadas para levantarse contra Córdoba y Abderramán III ordenó derribarlas (913-914). Isbiliya volvió a ser dama sin velo, sin silueta, sin rostro (dice Carriazo), salvo el muro de contención que debió mantenerse próximo al río.

La segunda gran ampliación de la ciudad se hizo en el siglo XII, cuando la extensión llegó a ser de 287 Has., superficie que no superaría hasta la época contemporánea. En el período de dominio almorávide, bajo el reinado de Alí Ben Yusuf (1107-1143), se construyó la muralla de la nueva Sevilla. Leví Provenzal lo recoge de Ibn Idari.
Vamos a seguir su recorrido. Partiendo de la Puerta del Arenal, sigue por las calles de la acera izquierda de la calle Castelar, conservando en el nº 21 un torreón de ángulo entrante, quedando restos de las barbacanas en la calle López de Arenas. En la Plaza de Molviedro, nº 6, conserva el muro toda su altura, con las almenas en su estado original, es decir sin el capuchón, ofreciendo las mismas carac­terísticas que las de la barbacana en la Macarena, o sea que están provistas de pequeñas saeteras, alterando regularmente una almena con saetera y dos sin ella, con escotaduras a ambos lados de cada almena. También hay un torreón en un ángulo entrante del muro. Este sigue entre las calles Rositas y Santas Patronas, hasta los restos de la Puerta de Triana nueva, donde subsiste un cubo de hormigón, resto de la puerta primitiva.
Pasada la calle San Pablo, hay otra torre en la primera casa de la calle Gravina, con cámara cubierta con bóveda vaída y arranque de la escalera a la terraza y el paseo de ronda está entre las calles Gravina y Julio César. Continúa el muro con algunas interrupciones hasta llegar a la Puerta Real, donde queda visible un torreón en el lado izquierdo. Pasando al otro lado, sigue por la calle Goles, a dos metros de la fachada de las casas, a partir de la capilla de la Virgen de las Mercedes, quedando desde el rincón que hace la acera izquierda a la media­ción de la calle unos 20 m. de murallas visibles que conservan la altura hasta el paseo de ronda. En la calle Torneo desaparece la muralla. Continúa en la Puerta de la Macarena donde empieza el trozo mejor conservado que llega hasta la Puerta de Córdoba, tomando la dirección E., inclinándose un poco hacia el sur hasta la Puerta del Sol, para desde allí seguir hacia el SO., hasta alcanzar la última torre existente en el antiguo colegio del Valle, Puerta Osario.
La muralla avanza y retrocede para asegurar la defensa gracias a su inclina­ción ya que el terreno es totalmente llano y se dirige hacia el S., con una ligera tendencia hacia el SO., hasta el Muro de los Navarros, Puerta Carmona que es la entrada de la calle S. Esteban. Luego se inclina hacia el SE. para llegar a la puerta de Yahwar o de la Carne, y desde aquí, por los Jardines de Murillo y el callejón del Agua, se unía al Alcázar. El muro que unía la muralla con el Alcázar se conservó casi intacto hasta la urbanización de los Jardines de Murillo (antes de la Exposición del 29), quedando hoy varios trozos de muro y torreones. En la calle S. Fernando había una muralla que unía la Puerta Nueva con la Puerta de Jerez, que fue destruida en 1869. Pero queda, entre la calle Almirante Lobo y la Casa de la Moneda, un gran trozo que unía la Puerta de Jerez con la Torre del Oro. Por dentro de las casas de la acera derecha de la calle Tomás de Ibarra, va la muralla que corría entre los Postigos del Carbón y del Aceite (reformado en el siglo XVI), y en las casas situadas entre las calles Arfe y Federico Sánchez Bedoya, se pueden encontrar algunos trozos del muro que se dirigía a la Puerta del Arenal, donde iniciamos el recorrido del recinto.

La etapa de gobierno de los almohades fue la de mayor esplendor de Sevilla. (1170-1220).
Traspasada la Puerta del León del Alcázar, se encuentra un lienzo de muralla almohade que unía por calle Sto. Tomás, arqui­llo de Miguel de Mañara y la calle Santander, el Alcázar con la Torre del Oro. Era la muralla exterior de dicha alcazaba. De este conjunto destaca la Torre de Abdalazis, de planta poligonal, hecha de ladrillo y reforzada en su ángulo con sillares. El arquillo de herradura enmarcado con su alfiz, es de esta época, pero no la bóveda de nervios que es posterior, del siglo XIV. Del mismo lienzo de muralla forma parte la Torre de la Plata que hoy aparece rodeada por construcciones del siglo XVIII y totalmente blanqueada.

5.4.08

EL DESAPARECIDO COLEGIO DE SANTO TOMÁS

El Museo Provincial de Bellas Artes guarda en su Sala Principal, antes iglesia del convento mercedario, un magnífico cuadro de Zurbarán procedente de dicho Colegio y fechado en 1631 que representa la fundación de este Colegio dominico[1]. Me refiero al monumental cuadro “La Apoteosis de Santo Tomás” el cual, en la zona de tierra, nos pinta la escena de la fundación: a la derecha aparece el emperador Carlos V como protector del Colegio junto a otros personajes no identificados, a la izquierda se sitúan frailes dominicos (el rector fray Diego de Deza y sus consiliarios Alonso de Ortiz, Pedro Ballesteros y Diego Pinel). Al centro, sobre una mesa, el pintor ha colocado la Bula fundacional del Colegio (en la cual se puede identificar la firma de Zurbarán) y un birrete doctoral haciendo alusión al grado académico que en ese Colegio de alcanzaba. El rompimiento de gloria lo ocupa la figura central de santo Tomás rodeado por los cuatro Padres de la Iglesia. Por encima de la cabeza del santo aparece la paloma que figura el Espíritu Santo de la cual emanan rayos inspiradores que se dirigen a la cabeza de santo Tomás. También aparecen Cristo y la Virgen a la izquierda y San Pablo junto al fundador de la Orden dominica santo Domingo de Guzmán a la derecha, en actitud de debatir temas de teología. Este cuadro de Zurbarán era el de mayor formato que se había pintado hasta la fecha en Sevilla.

El artesonado de madera que cubría la llamada nave del Lagarto (nave oriental del antiguo sahn de la mezquita mayor de Sevilla) también procedía de la capilla del antiguo convento dominico de Santo Tomás ya desaparecido y que fue colocado en esta nave a fines del S. XIX hasta su sustitución por el actual.

El convento dominico de santo Tomás se hallaba ubicado en el terreno que linda con las actuales calles de Tomás de Ibarra, Santander y Avenida de la Constitución lindando con el actual edificio de Correos[2]. Este convento fue también Colegio Universidad de los dominicos y uno de las dos estudios superiores que originariamente tuvo la ciudad (el otro fue el Colegio de Maese Rodrigo o de Santa María de Jesús). Existió desde 1515, fecha en que el arzobispo fray Diego de Deza fundaba el colegio llamado de Santo Tomás de Aquino “basándose en una Bula de 1515 en la que se le autorizaba, a petición suya, a fundar un Colegio dependiente del salmantino de San Esteban, con veinte colegiales religiosos dominicos”[3]. Luis de Peraza nos dice en su Historia de Sevilla que el Colegio contaba con veinticinco frailes predicadores.

El Colegio se transforma en Universidad en 1541 admitiendo la concesión de grados a religiosos de otras ordenes e incluso a seglares lo cual le hizo blanco de numerosos pleitos que le puso su otro gran rival, el Colegio de Santa María de Jesús. Al pasar los años esta Universidad fue perdiendo importancia en beneficio de su rival la de Santa María de Jesús al punto que fue languideciendo hasta que en el año 1822 queda suprimida por Real Orden de trece de diciembre impartiendo en su última época sólo estudios teológicos. Colegiales famosos que estudiaron allí fueron fray Tomás de san Martín, fundador de la Universidad de San Marcos de Lima la primera de Tierra Firme; Nicolás Antonio, san Juan de Ávila, Pedro Mexía, Juan de Ochoa y otros muchos hasta completar una extensa nómina.

El derribo del Colegio de Santo Tomás tuvo lugar en los años de 1927, comenzando el derribo el dieciséis de enero de ese año teniendo por “padrino” de tan lamentable acto al general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja tal como muestra una foto histórica en la que el citado general inicia simbólicamente el derribo, dentro de las obras conexas con la Exposición Iberoamericana de 1929 que incluían ensanches como el que se hizo para liberar a la Avenida de la Constitución y Puerta de Jerez[4]. El treinta y uno de agosto acabaron las obras del derribo que taponaba el paso hacia la Puerta de Jerez y posibilitó, al derribarse toda la manzana que había delante del Archivo de Indias el ensanche de la actual Avenida.


[1] El contrato fue firmado entre Zurbarán y el rector del Colegio fray Alonso Ortiz Zambrano el 21 de enero de 1631.
[2] MENA, José Mª de: Curiosidades históricas de Sevilla. Editorial Rodríguez Castillejo. Sevilla, 1986. Pag 50
[3] MORALES PADRÓN, Francisco: La ciudad del quinientos. Historia de Sevilla Tomo III. Universidad de Sevilla Colección de bosillo nº 58. Sevilla 1977. Página 289.
[4] La foto está publicada por Nicolás Salas en Sevilla, Ayer y Hoy pag 161. En ese mismo libro puede encontrase un perfecto reportaje gráfico de esa zona de la ciudad y del resultado posterior (Pag 161 a 170)