Vamos en un par de artículos dar a conocer la historia y patrimonio de la sevillana capilla de san Onofre.
La Capilla de San Onofre, antiguamente llamada de las Ánimas, es el único resto que queda, junto con el arquillo del Ayuntamiento, del que antaño fue uno de los monasterios más importantes de la ciudad, la llamada Casa grande del Convento de San Francisco, de la OFM (orden de frailes menores). Este convento ocupó lo que hoy es Plaza Nueva y aledaños y su fundación se remonta a 1249, bajo el reinado de don Alfonso X «El Sabio». El solar que ocupó la Casa Grande del Convento de San Francisco se extendía ocupando parte del solar que hoy ocupa el Ayuntamiento, prolongándose por la actual plaza Nueva y la mayor parte de las manzanas de las casas que la enmarcan, incluyendo las manzanas comprendidas desde la Plaza Nueva a la calle Albareda y ocupando la superficie total de la manzana donde hoy está el Hotel Inglaterra, –antes Colegio de San Buenaventura–, además de las manzanas comprendidas entre las calles Joaquín Guichot y la prolongación de la calle Zaragoza.
El convento fue demolido en 1863, tras haber sufrido numerosos avatares (incendios, desamortizaciones, etc).
Uno de los pilares sobre los que se fundamentó la gran importancia del convento de San Francisco a lo largo de los siglos lo encontramos en la enseñanza, ocupando un destacado lugar las Cátedras en Teología, Escolástica, Matemáticas, Geometría y Filosofía, que a lo largo de los siglos hicieron de aquel gran edificio el centro teológico e intelectual de la ciudad. Pero lo que más popularizó aquel gran cenobio fueron las más de cuarenta cofradías, hermandades y asociaciones piadosas que albergaba en sus diferentes templos, destacando entre las gremiales, la de los Sastres, de San Eligio, de los Plateros, Nuestra Señora de la Antigua y la de los Sederos. Entre las asociaciones piadosas, se encontraban, la hermandad de la Vera Cruz, de la Luz, de la Sangre, la Esclavitud de Belén, la del Pecado Mortal y la Cruz de las Animas.
La actual capilla de San Onofre era la sede canónica de una Hermandad de Ánimas, dedicada a rezar por las almas del Purgatorio, compartiéndola con otra hermandad, ésta de gloria, dedicada a la Virgen de Consolación. Ambas hermandades están actualmente extinguidas.
La capilla debió ser más amplia que la actual, ya que ha perdido los terrenos de lo que se llamó Hospital de Ánimas. Además, la capilla poseía coro alto a los pies y los hermanos poseían Sala Capitular y claustro propio.
En la actualidad la capilla pasa casi desapercibida en la acera de Plaza Nueva, ya que ha quedado integrada en los edificios que la rodean. Su dedicación actual como sede de la Adoración perpetua eucarística le ha dado un uso diario que la ha hecho ser mejor conocida.
La capilla de San Onofre posee una sola nave que se cubre con bóveda de cañón que sostienen arcos fajones y lunetos.
De los retablos que encontramos en su interior destaca el retablo mayor, obra barroca de Bernardo Simón de Pineda de 1686. Lo preside una talla de la Inmaculada, obra anónima del siglo XVIII, flanqueada por imágenes de San Hermenegildo y San Fernando, del taller de Roldán. El camarín está flanqueado por columnas salomónicas y decorado con grandes pámpanos y motivos vegetales de gran tamaño combinados con cabezas de angelotes. Bajo el pedestal de la estatua que representa a San Fernando aparece la imagen en bajorrelieve en madera policromada de San Lorenzo y bajo el pedestal de la imagen de San Hermenegildo puede verse la imagen de San Antonio, tallada de bajorrelieve.
Remata el altar otro relieve en madera policromada que representa la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo, coronado el retablo un relieve de medio cuerpo del Padre Eterno, que con su mano izquierda sostiene el mundo y con su mano derecha imparte su bendición. El altar aparece enmarcado por motivos florales y cuatro angelotes. La azulejería del altar, representa la escena de las Animas Benditas del Purgatorio
La Capilla de San Onofre, antiguamente llamada de las Ánimas, es el único resto que queda, junto con el arquillo del Ayuntamiento, del que antaño fue uno de los monasterios más importantes de la ciudad, la llamada Casa grande del Convento de San Francisco, de la OFM (orden de frailes menores). Este convento ocupó lo que hoy es Plaza Nueva y aledaños y su fundación se remonta a 1249, bajo el reinado de don Alfonso X «El Sabio». El solar que ocupó la Casa Grande del Convento de San Francisco se extendía ocupando parte del solar que hoy ocupa el Ayuntamiento, prolongándose por la actual plaza Nueva y la mayor parte de las manzanas de las casas que la enmarcan, incluyendo las manzanas comprendidas desde la Plaza Nueva a la calle Albareda y ocupando la superficie total de la manzana donde hoy está el Hotel Inglaterra, –antes Colegio de San Buenaventura–, además de las manzanas comprendidas entre las calles Joaquín Guichot y la prolongación de la calle Zaragoza.
El convento fue demolido en 1863, tras haber sufrido numerosos avatares (incendios, desamortizaciones, etc).
Uno de los pilares sobre los que se fundamentó la gran importancia del convento de San Francisco a lo largo de los siglos lo encontramos en la enseñanza, ocupando un destacado lugar las Cátedras en Teología, Escolástica, Matemáticas, Geometría y Filosofía, que a lo largo de los siglos hicieron de aquel gran edificio el centro teológico e intelectual de la ciudad. Pero lo que más popularizó aquel gran cenobio fueron las más de cuarenta cofradías, hermandades y asociaciones piadosas que albergaba en sus diferentes templos, destacando entre las gremiales, la de los Sastres, de San Eligio, de los Plateros, Nuestra Señora de la Antigua y la de los Sederos. Entre las asociaciones piadosas, se encontraban, la hermandad de la Vera Cruz, de la Luz, de la Sangre, la Esclavitud de Belén, la del Pecado Mortal y la Cruz de las Animas.
La actual capilla de San Onofre era la sede canónica de una Hermandad de Ánimas, dedicada a rezar por las almas del Purgatorio, compartiéndola con otra hermandad, ésta de gloria, dedicada a la Virgen de Consolación. Ambas hermandades están actualmente extinguidas.
La capilla debió ser más amplia que la actual, ya que ha perdido los terrenos de lo que se llamó Hospital de Ánimas. Además, la capilla poseía coro alto a los pies y los hermanos poseían Sala Capitular y claustro propio.
En la actualidad la capilla pasa casi desapercibida en la acera de Plaza Nueva, ya que ha quedado integrada en los edificios que la rodean. Su dedicación actual como sede de la Adoración perpetua eucarística le ha dado un uso diario que la ha hecho ser mejor conocida.
La capilla de San Onofre posee una sola nave que se cubre con bóveda de cañón que sostienen arcos fajones y lunetos.
De los retablos que encontramos en su interior destaca el retablo mayor, obra barroca de Bernardo Simón de Pineda de 1686. Lo preside una talla de la Inmaculada, obra anónima del siglo XVIII, flanqueada por imágenes de San Hermenegildo y San Fernando, del taller de Roldán. El camarín está flanqueado por columnas salomónicas y decorado con grandes pámpanos y motivos vegetales de gran tamaño combinados con cabezas de angelotes. Bajo el pedestal de la estatua que representa a San Fernando aparece la imagen en bajorrelieve en madera policromada de San Lorenzo y bajo el pedestal de la imagen de San Hermenegildo puede verse la imagen de San Antonio, tallada de bajorrelieve.
Remata el altar otro relieve en madera policromada que representa la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo, coronado el retablo un relieve de medio cuerpo del Padre Eterno, que con su mano izquierda sostiene el mundo y con su mano derecha imparte su bendición. El altar aparece enmarcado por motivos florales y cuatro angelotes. La azulejería del altar, representa la escena de las Animas Benditas del Purgatorio
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