16.10.10

LA TOMA DE SEVILLA I

Vamos en una serie de artículos a relatar los primeros años de la Sevilla medieval cristiana, comenzando por la conquista de la ciudad.
I. Capitulación de Isbiliya.
Tras un prolongado y persistente asedio, Isbiliya, tras siglos de dominación y poder musulmán, capituló ante las tropas fernandinas el 23 de noviembre de 1248, día de San Clemente, emotivo y señalado día para el rey Fernando III pues en ese mismo día del año 1221 había nacido su heredero al trono el infante don Alfonso en Toledo. Prácticamente exhaustos, sin abastecimientos, víveres ni provisiones ocasionados por el largo asedio, cercados y desconectados de Triana desde que en el mes de mayo las naves de Ramón Bonifaz rompieron el puente de barcas, faltos de moral y resistencia, los musulmanes de Isbiliya sólo tuvieron la salida de la rendición por capitulación. La ciudad, magníficamente defendida por sus enorme cerco amullado, no pudo ser tomada al asalto, hubo de rendirse por hambre.
Tras varias negociaciones comenzadas en otoño los musulmanes debían de dejar “toda” la ciudad con sus inmuebles y tierras. Una vez firmadas las capitulaciones, los musulmanes entregaron el alcázar al rey don Fernando, ordenando éste poner su seña real “encima de la torre”. No se ponen de acuerdo los historiadores sobre cuál fuese “la torre” en la que ondeó: para unos la del propio alcázar, para otros la de Abdelazis, mas otros opinan que fue la de la mezquita aljama, al igual que ocurriera en Córdoba. Se les concedió un mes de plazo para abandonar la ciudad. En este plazo, los musulmanes de Sevilla pudieron vender sus enseres y organizar la emigración. El transporte corrió por cuenta de los cristianos, favoreciendo los salvoconductos hacia Jerez o Ceuta de los musulmanes. Cumplido el plazo concedido, la ciudad permaneció vacía durante tres días. Este período de tres días “vacía la ciudad” sería el necesario para disponer la ocupación de la misma, purificación de la mezquita mayor y los sectores que debían ocupar los del ejército, reservando las principales casas para los señores y jefes respectivos. La ocupación de la ciudad se hizo con carácter provisional
La seña real se conserva en la Catedral sevillana. Como recuerdo de la conquista, cada año en el día de San Clemente tiene lugar en la Catedral la llamada procesión de San Clemente o de la Espada.
Esta procesión fue instituida por Alfonso X el Sabio en 1255 y se celebra siguiendo la reglamentación hecha por Felipe II a mediados del siglo XVI. En la procesión toma parte “la Ciudad en pleno” -o sea Ayuntamiento o Corporación Municipal bajo mazas-, en unión del Cabildo catedralicio; llevando una réplica del Pendón de San Fernando portado por el miembro más joven de la corporación municipal entre los canónigos y dignidades mitradas; la Espada de San Fernando portada según el protocolo por “el asistente de la ciudad”, el alcalde en la actualidad, con la peculiaridad de ser asida por la punta con un antiguo paño carmesí y no, como sería lo habitual, por el mango o empuñadura; y el preste, detrás, sostiene la reliquia de San Clemente en el cáliz de ágata que regaló el Papa León X y que trajo de Roma, en 1516, don Baltasar del Río, obispo de Scalas y canónigo hispalense.

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