7.7.07

LA VIRGEN DEL CORAL DE SAN ILDEFONSO


La Virgen del Coral es una de las tres pinturas más antiguas de Sevilla, formando una trilogía junto con la de la Antigua en la Catedral y la del Rocamador de San Lorenzo. A este grupo se puede añadir, aunque algo posterior, la Virgen de los Remedios del trascoro de la catedral.

La del Coral se puede fechar en torno a la segunda mitad del S. XIV y responde a un modelo iconográfico similar a las dos primeras citadas: la Virgen aparece de pie, con un gran desviamiento de la cintura y con el Niño en brazos, vistiendo ricos ropajes incluyendo una capa. Recibe ese nombre porque el Niño lleva un collar al cuello del que pende un coral. Sostiene al Niño en su brazo derecho y en la mano izquierda lleva una fruta que le ofrece al Niño. Una bella cabellera rubia le cae por los hombros, el rostro presenta una gran dulzura y ensimismamiento y tras su cabeza asoma una aureola. El Niño aparece desnudo sosteniendo en su mano derecha un pajarillo. Unas cabezas de ángeles que aparecen en el fondo son fruto de intervenciones posteriores realizadas a finales del S. XVII. Todo el conjunto aparece rodeado por unos rayos dorados. Aunque la pintura ha sido objeto de muchos repintes y restauraciones, no todos afortunados, conserva parte de sus rasgos primitivos que la hacen mantener la ingenuidad propia de estas imágenes, claramente deudoras de la escuela sienesa de las que derivan las tres imágenes antes citadas.

La Virgen del Coral fue una de las devociones marianas más señeras de Sevilla. Sucedió que la primitiva parroquia de San Ildefonso (del tipo mudéjar medieval sevillano) entró en ruina y hubo que proceder a su derribo en el año 1794. Los bienes muebles susceptibles de ser trasladados a otros lugares fueron repartidos por parroquias o casas de particulares. Eso sucedió con el Cristo de los Mulatos, hoy de la cofradía del Calvario, que fue a parar a la Escuela de Cristo. Pero la Virgen del Coral está pintada sobre un muro por lo que no podía ser trasladada. Se optó por respetar el muro en que estaba el sagrado icono cubriéndolo adecuadamente con un cajón de madera con las suficientes garantías mientras duraban las obras y así estuvo hasta que el dos de julio de 1807 se procedió, una vez ultimada la nave del Evangelio, a trasladar a su cabecera el muro que tenía pintada la Virgen del Coral. Para asegurar el éxito de la maniobra se celebró una misa solemne el mismo día del traslado, oficiada por don Juan Acisclo de Vera, obispo de Laodicea. En los Anales que José Velázquez y Sánchez escribió sobre Sevilla en los años de 1800 a 1850 se nos cuenta que “se cortó el muro en que estaba pintada la imagen y con tornos y aparejos se transportó al hueco prevenido al propósito con toda felicidad quedando asegurada la conservación de aquel cuadro, objeto de particularísima devoción de muchas personas y familias”.

Una tradición muy antigua que recoge el Abad Gordillo en su libro sobre la religiosidad sevillana atribuye la autoría de la Virgen del Coral a un monje llamado Eustaquio que la pintó sobre un cañizo de barro de Coria y que san Ildefonso era uno de los grandes devotos de esta imagen, atribución que no resiste la más leve crítica.

Y para terminar, unas líneas sobre el magnífico templo que alberga a la Virgen del Coral. El templo parroquial de San Ildefonso es uno de los escasos ejemplos de arquitectura neoclásica que hoy tiene la ciudad (el otro gran templo de este estilo es el de San Bartolomé). Tras el derribo del anterior templo, el académico don Julián Barcenilla trazó planos que llevó a cabo el arquitecto carmonés José Echamorros. Puesta la primera piedra en 1794 se concluyó el templo en 1841, siendo bendecido por el cardenal Juan Gállego. Es una iglesia neoclásica de planta basilical, con fachada principal a los pies flanqueada por dos torres (caso también excepcional en Sevilla) y de tres naves con crucero al interior, cúpula sobre pechinas con tambor y ábside semicircular muy profundo ya que tiene el coro tras el Altar mayor, a la manera romana. La techumbre de la nave central, presbiterio y crucero se realiza con bóveda de cañón, cubriéndose con bóvedas de aristas y vaídas las naves laterales. Su retablo mayor es un templete de estilo neoclásico. Alberga este templo en una altar lateral una de las imágenes más devocionales de la Sevilla religiosa: el Cautivo, imagen del S. XVIII que procede del extinguido convento de Trinitarios Descalzos, en la calle de ese mismo nombre y del que se conservan algunas partes.
Jesús Luengo Mena

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